Un poco sobre mí
Soy Moira, este es mi segundo nombre y mi nombre de “escenario”, decidí utilizarlo porque significa destino en griego, me pareció una bonita y decidora manera de mostrar mi cara al mundo de las terapias.
Los primeros años de mi vida transcurren en algunos países de América del Sur, allí acumulé muchos recuerdos y experiencias dolorosas que sin ningún lugar a dudas transformaron mi manera de percibir el mundo. Durante muchos años mi pasado fue como un agujero negro con el cual no podía ni quería conectar.
Siempre sentía curiosidad por comprender que somos más de lo que vivimos, que hay algo más allá de nuestros sufrimientos diarios y eso me llevó a experimentar varios caminos de búsqueda espiritual. Me enriquecí con la cosmogonía latinoamericana. Académicamente terminé estudiando lo que tocaba (en mi familia era inconcebible no tener estudios superiores). Viví rodeada de arte, con artistas en la familia y tal vez por eso con una visión algo diferente de la vida.
Dada mi naturaleza de eterna insatisfecha, continué en mi búsqueda de comprender la esencia de las experiencias. A pesar de tener estudios superiores no terminaba por encontrar mi vocación, ni algo que me impulsara en el mundo del trabajo, excepto por momentos puntuales, ya que me dedicaba a cocinar bajo pedido. Sin embargo, fue un hecho fortuito, una “coincidencia” lo que me empujó a cambiar de horizonte. Una amiga que en ese entonces dirigía la Alianza Francesa en mi ciudad me animó para que aplicara a una convocatoria para estudiar para chef de cocina en Francia. Sin hacerle mucho caso apliqué y a mi gran sorpresa me aceptaron.
Ese fue el trampolín que me hizo cambiar de continente y que me conectó con algo más auténtico, con algo que ahora sé que también hace parte de mí: la cocina -la cual me cambió el mundo (literalmente)-. Cuando llegué a Francia la experiencia fue muy diferente a lo que había vivido hasta ese entonces. Al principio no tuve tiempo de otra cosa que dedicarme a los estudios, pero una vez con el título en la mano, volví a mis antiguas costumbres: la búsqueda de un camino, donde pudiese ver algo de luz.En Europa esto resultó ser más difícil, mucho más de lo que esperaba, hasta que un día me hablaron de alguien que daba cursos de Tarot… Allí empecé con diversos talleres.
Hay un hecho que siempre me ha llamado la atención y que para mi ha sido una gran señal: cuando mi abuela muere, a mi gran sorpresa, un tiempo después llega a mis manos un Tarot que le pertenecía… ¡Con lo cartesiana, agnóstica y rígida que era! Ese es un capítulo que quedará por siempre en la nebulosa para mí, no sé de dónde ni porqué ella lo tenía, pero el caso es que llegó a mis manos, así como también el libro manuscrito de recetas de cocina de mi bisabuela (por el cual todas las mujeres en la familia se peleaban por recuperar).
De modo que, apasionada por los alimentos, por lo que «nos nutre», por la naturaleza, por las plantas y paralelamente por el Tarot, el esoterismo y la espiritualidad, llegué a la conclusión de que todo hace parte de la misma energía, todo ello nutre el cuerpo y el espíritu, todas son energías transformadoras. Se podría decir que es alquimia: una transmutación maravillosa.
Así que esta soy yo, una mezcla entre cocinera y terapeuta que busca transformar, transmutar y que los demás puedan probarlo. Los terapeutas así como los cocineros nos nutrimos dando a los demás…
Cada vez que me he encontrado pasando por momentos difíciles, por momentos de confusión, ha existido ese deseo muy arraigado de tratar de entender, siempre con la esperanza de que existe otro camino, ha habido una fuerza que me ha impulsado hacia adelante, a sobrepasar mis dificultades para poder avanzar, para poder transmutar. He logrado hacer las paces con mi pasado y estarle agradecida porque es lo que ayudó a construir a la persona que soy.
Hoy por hoy lo que me mueve es pensar que las personas que atraviesan momentos difíciles, que se encuentran en momentos de confusión, puedan encontrar esa luz que les muestre el camino para seguir avanzando con seguridad y con esperanza, sabiendo que existen alternativas posibles. El pasado puede cambiar de color, el presente puede ser más luminoso y el porvenir más definido.